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Revista Centenario N°10 – Julio de 2020
acumulación del sistema de acuerdo con la composición orgánica del capital y de las fuerzas
sociales en pugna.
Esos ciclos además, respondiendo a la necesidad de la burguesía por ampliar los
márgenes de ganancias, son el resultado de la competencia despiadada para no quedar afuera
del mercado, por lo que la reducción de costos se encuentra íntimamente ligada a la mayor
productividad, es decir, a mayor explotación.
Al ser el capitalismo un sistema que crea valor para autovalorizarse, se genera una
contradicción intrínseca dada por un lado, por la necesidad de ampliar la ganancia del
capitalista, y por el otro, por la necesidad de vender a los mismos obreros las mercancías
que estos producen. Sin contar que dentro de esa necesidad del capitalista por ampliar sus
ganancias está incluida la variable de la disminución de los ingresos que perciben sus
asalariados.
Asimismo, dentro del ámbito mundial e histórico, la crisis de 1929 modificó la relación
entre la sociedad civil y el Estado, cerrando las economías al comercio internacional y
poniendo fin a los postulados del laissez faire. Las burguesías de los distintos países
convalidaron esta nueva etapa de fortalecimiento de los partidos políticos como una forma de
restablecer la gobernabilidad y la estabilidad de la economía amenazada, tanto por las
protestas obreras internas, como por el surgimiento de la URSS como alternativa al
capitalismo. Frente a esta situación, la intervención estatal fue el eje organizador y
ordenador de las relaciones sociales, generando el incremento de las estructuras
burocráticas estatales y partidarias.
Este proceso, en términos políticos, derivó en el ascenso de partidos de masas con
mayores márgenes de autonomía, de acuerdo al grado de hegemonía de la burguesía en la
sociedad civil y a la configuración histórica del Estado como regulador de las relaciones
sociales. Allí donde la sociedad civil se encontró más desarrollada, la socialdemocracia (con
sus distintas variantes) logró consolidarse en el poder, mientras que, en los países con
Estados nacionales tardíos y con una hegemonía burguesa débil, el fascismo y el nazismo
lograron conquistar la estructura estatal.
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, este modelo de capitalismo estatal y
monopólico fue reconfigurado como lo que se conoce con el nombre de Estado de Bienestar.
A diferencia de lo que pregonaron los distintos partidos socialdemócratas y populistas,
el corto período de auge del Estado de bienestar, fue parte de una etapa particular del
sistema capitalista.
Las principales características de ese período fueron:
1. Ampliación de la frontera de producción dentro de la economía de los Estados Unidos
de Norteamérica. Sólo por haber ingresado tardíamente a la Segunda Guerra Mundial,
los EEUU tuvieron la posibilidad de desarrollar su industria mediante la incorporación
de una nueva mano de obra, a saber, la mano de obra de las mujeres, quienes se
hallaban relegadas particularmente a la producción fabril.
2. El desarrollo de las fábricas y el crecimiento de la mano de obra en general, posibilitó la
rápida reconversión del aparato productivo de ese país una vez finalizada la guerra,
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